Masticar con la boca abierta, poner los codos sobre la mesa, jugar con la silla y con la comida, levantarse antes de tiempo… Seguro que la mayoría de estas acciones las lleva a cabo tu hijo mientras estáis sentados a la mesa. Los niños son muy impacientes y no nacen con las normas de cortesía aprendidas, por lo que deberás enseñarle a comportarse desde bien pequeño. Cuanto antes las conozca, más rápido será el aprendizaje
Aprender desde pequeñitos.
A partir de los 2 o 3 años, los niños empiezan a comer en la mesa con el resto de la familia, a la vez que empiezan a tomar parte en las celebraciones –cumpleaños, bautizos, comuniones-, compartiendo el banquete con los adultos.
Y los niños, como corresponde a su edad, son muy inquietos y traviesos: se cansan enseguida, se quieren levantar a jugar, no obedecen cuando se les llama para comer, etc. Esto es normal, pero siempre hay que marcar unos límites, sobre todo cuando comemos con más gente o se está en un restaurante.
En la mesa, y también en otros lugares, hay que enseñarles a comportarse con una cierta educación y compostura. Por eso es una buena idea que les enseñes desde pequeñitos, para que se acostumbren cuanto antes y no adopten malos hábitos que después serán más difíciles de modificar.
En esta etapa la imitación y el juego son las claves para adquirir cualquier comportamiento. Observar al resto de la familia comiendo les ayudará a aprender, por lo que es muy importante que pongamos atención a lo que hacemos nosotros. No se puede pedir a un niño que no ponga los codos en la mesa o que no coma con la boca abierta si nosotros no somos capaces de cumplirlo.
Para ello los padres deben mostrar siempre una actitud segura y confiada y nunca ser incoherentes. Ambos deben marcar las mismas directrices para no volver locos a sus hijos.
Lo que nunca debe hacer:
- Empezar a comer antes de que se siente todo el mundo. Es de muy mala educación comenzar sin que estén presentes todos los comensales, a no ser que la comida se pueda enfriar y estropear y los anfitriones así lo indiquen.
- Comer con la boca abierta o llena. A nadie le gusta ver los trocitos medio masticados de la boca de otro, pero tampoco es de buena educación llenarnos hasta arriba de comida y no poder ni masticar, y menos aún hablar con la boca llena o comer haciendo ruidos. Enséñale a comer pequeños trocitos. La comida nunca debe ser arrojada sobre el plato una vez que ha sido masticada.
- Jugar con la silla. Además de que sea de mala educación, es bastante peligroso si se cae, ya que se puede romper la barbilla o hacerse mucho daño en la espalda y el coxis. El niño debe permanecer bien sentado, con la espalda recta y los pies apoyados en el suelo –si llega.
- Chupar los cubiertos. No se deben lamer los cubiertos, pero sobre todo el cuchillo, ya que además de quedar muy feo, también es peligroso.
- Interrumpir a otros mientras hablan. Esta es una norma esencial que debe cumplir no sólo en la mesa, sino siempre que esté presente en una conversación.
- Jugar con la comida. Todos hemos oído la frase: “Con la comida no se juega”. Y es que es de mala educación hacer bolitas con la miga del pan, montañitas con el arroz… Los alimentos son para comer, no para divertirse con ellos.
- Poner los codos sobre la mesa. El antebrazo sí debe estar apoyado en la mesa mientras cortamos la comida y la cogemos, pero los codos no.
- Gritar o dar voces. Aunque a veces haya muchos invitados y sea difícil hacerse oír, acostúmbrale a que no chille.
- Rascarse. Los niños son propensos a rascarse los brazos, la cabeza, etc. pero no es un gesto muy higiénico en un lugar lleno de comida.
- Beber sin limpiarse la boca. Antes de coger el vaso para beber, es recomendable que se limpie la boca para evitar mancharlo de grasa y que se vuelva opaco de la suciedad.
- Bostezar. Si ha dormido mal o está muy cansado y no puede evitar hacerlo, enséñale a ponerse la mano delante de la boca o a hacerlo de la forma más discreta posible, no hace falta que su bostezo interrumpa las conversaciones.
- Hurgarse la nariz. Otra mala costumbre de los más pequeños, andar todo el día con el dedo metido en la nariz. Pero si siempre debe evitarse este gesto, más aún cuando se está comiendo, no sea que indigestemos al resto de comensales -aparte de hacernos pasar un poco de vergüenza.
- Quitarse los zapatos. Seguro que tus hijos tienen la manía de deshacerse de su calzado en cuanto se sientan en el sofá de casa o en el suelo para jugar. Pero a la mesa no debe estar descalzo. Si estáis en casa y los zapatos le molestan o le hacen daño, ponle unas zapatillas de estar por casa.
- Levantarse antes de que acabe la comida. Los niños, en cuanto han comido, quieren levantarse a jugar, pero debes intentar que permanezca a la mesa hasta que se haya acabado el postre. Obviamente no le puedes obligar a estar toda la sobremesa escuchando “aburridas” conversaciones de adultos, pero sí a estar hasta el final del banquete y a pedir permiso antes de irse.
Consejos para ayudarle.
Ante todo, debes darle ejemplo. Intenta poner en práctica todas las normas que le has enseñado. Los niños aprenden por imitación y le será más fácil aprenderlas todas si ve a sus padres cumpliéndolas.
A pesar de ello, alguna vez puedes simular que te equivocas para que vea que no pasa nada si mete la pata. Así te corregirán ellos y reforzarás el hábito. Cuanto te confundas, haz siempre un comentario del tipo: “¡Mira a mamá, también se equivoca!”.
No le enseñes todas las normas a la vez o le volverás loco. Debes ir poco a poco mostrándole cómo se come correctamente y corrigiendo lo que haga mal. Pero no le hagas una lista enorme de reglas, le parecerá imposible cumplirlas todas y se desanimará.
No debes regañarle cuando haya más gente delante (sobre todo si está su hermano o primo mayor al que quiere impresionar). Podéis disponer una frase secreta que sólo vosotros entendáis para que corrijas lo que está haciendo mal sin que los demás se enteren. Por ejemplo, si quieres que quite los codos de la mesa, busca una afirmación que empiece por CO: “¿Cómo se llamaba ese amigo tuyo que vino el otro día?”. Así él sabrá a qué te refieres pero no le harás pasar vergüenza.
Muéstrate efusivo y alábale cuando vaya haciendo progresos. Un beso tuyo después de comer o un cumplido le harán más feliz que cualquier regalo del mundo.
No te muestres impaciente ni le grites si después de varios días enseñándole aún pone los codos en la mesa o mastica con la boca abierta. Cualquier aprendizaje requiere su tiempo.
Una buena herramienta que ayuda al trabajo educativo es inventarse algún juego para que comprenda mejor las reglas y le resulte más fácil aprehenderlas. Por ejemplo, inventad un cuento o una canción que contengan las normas que se deben seguir a la mesa. También podéis practicar con sus juguetes, preparando un banquete imaginario con sus peluches y sus muñecas.
Lo importante es que se creen unos hábitos a la hora de la comida y que tu hijo gradualmente vaya adquiriéndolos, sin agobios ni prisas puesto que al fin y al cabo, es todavía un niño.
Fuente: Irene García. http://www.todopapas.com/ninos/educacion#
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