lunes, 27 de mayo de 2013

Los estilos educativos de los padres: ventajas e inconvenientes.



La tarea de educar no es nada fácil. Cada etapa del niño tiene sus dificultades, y según las vamos pasando, pensamos que es peor que la anterior. Muchas veces se considera que los primeros años es lo más fácil, aunque cuando estamos en ese periodo, en el que tenemos los horarios de sueño alterados, no hacemos más que cambiar pañales o limpiar ropa, o perseguirles cuando aprenden andar, no pensamos igual.

Lo que sí está demostrado es que estemos en la etapa que estemos, siempre nos cuestionamos si lo estamos haciendo bien o no. Esto es un claro síntoma de que nos interesa la educación de nuestros hijos, y nos preocupamos por si nuestras enseñanzas o maneras de inculcárselas, son las más adecuadas para ellos.
Nuestra forma de enseñarles depende del estilo educativo que adoptemos o tengamos. Veamos qué es y qué tipos existen.

Qué es el estilo educativo.

Se puede definir como la forma regular de actuar de los padres ante sus hijos, de interactuar con ellos,  en las situaciones cotidianas, con el fin de enseñarles y prepararles para el mundo en el que vivimos.

El estilo educativo depende en gran medida del carácter que tiene el padre/madre, pero también hay otros factores que influyen en el mismo:
  • Cómo el adulto interpreta las conductas de los niños (no es lo mismo considerar una travesura como algo habitual y tolerable, que considerarla como una desafío a la autoridad de los padres).
  • Manera de concebir la vida y el mundo al que se van a incorporar los niños, por parte de los padres.
  • Las distintas situaciones en las que se producen las conductas y las interacciones padres-hijos.
  • El pasado de los padres y la relación de éstos con sus progenitores.
  • Carácter, personalidad, temperamento, trastornos… que tienen los hijos.
  • Tipo de contacto emocional que tienen los padres con sus hijos, etc.

Qué tipos de estilos educativos existen.

Básicamente, se distinguen 4 tipos de estilos educativos, pero lo que sí quiero dejar claro es que, el mismo padre/madre, no tienen porque pertenecer a un mismo tipo siempre, puede variar en función de la conducta del hijo, de la situación, del momento emocional por el que atraviesa el progenitor… e incluso a veces somos incongruentes, y usamos distintos estilos para la misma conducta y situación.

Los 4 tipos son los siguientes:

1. Estilo autoritario:
  • Normas rígidas y abundantes.
  • Inflexibles en la aplicación de las mismas.
  • Escaso contacto emocional con los hijos y falta de expresividad de afecto hacia los hijos.
  • No se dialoga ni hay negociación, se impone.
  • Poco o nulo control de los impulsos en los progenitores.
  • Utiliza sobre todo el castigo y las críticas.
  • No se tienen en cuenta los intereses y preferencias del niño y se es demasiado exigente para el nivel de madurez del niño.

2. Estilo permisivo:
  • Mucho afecto y contacto emocional.
  • Escaso control de las conductas del niño, falta de normas o están poco definidas.
  • Se rigen por los intereses y preferencias del niño.
  • Poco exigentes, los niños aprenden las cosas por sí mismos.
  • Evitan los conflictos, la negociación y permiten hacer al niño.
  • - Delegan en otros (profesionales: maestro, amigos, pediatra…) la educación de los hijos.

3. Estilo indiferente o negligente:
  • Se implican muy poco en la educación y crianza de los hijos.
  • Suelen ser fríos y distantes con los hijos.
  • Nula sensibilidad hacia las necesidades de los hijos.
  • Ausencia de normas, y en ocasiones además someten al hijo a severos castigos.
  • Escasa comunicación con los hijos.

4. Estilo democrático:
  • Son bastante afectuosos y tienen muestras de cariño con sus hijos.
  • Altos niveles de comunicación con los hijos.
  • Normas y límites claros, bien definidos y justificados o razonados con sus hijos, los que a veces además participan del establecimiento de los mismos.
  • Controlan el comportamiento de sus hijos, utilizan el refuerzo de forma adecuada y el castigo de igual manera.
  • Se les educa en la autonomía y la independencia.

¿Qué consecuencias comportan para los hijos cada estilo educativo?

A priori, por lo que vemos en las listas de más arriba, parece que el estilo educativo democrático es el más adecuado, tanto para la educación de los hijos, como para la convivencia de padres e hijos. Veamos ahora qué consecuencias reportan cada uno de los estilos en los propios hijos:

1. Estilo autoritario:
  • Son obedientes y sumisos cuando hay un control externo, como el de los padres, pero en ausencia de control, se vuelven temerosos e irresponsables, ya que no se les enseña autocontrol, que es muy importante.
  • Niños con baja autoestima, tendencia a la depresión y la autoculpabilidad.
  • Suelen tener escasa habilidades sociales para enfrentarse al mundo.
  • Pueden tener actitud de huida o engaño ante los conflictos.

2. Estilo permisivo:
  • Tienen una fuerte inseguridad en sí mismos.
  • Bajo rendimiento académico por falta de esfuerzo.
  • Baja tolerancia a la frustración, no están acostumbrados a que les digan no.
  • Cambios frecuentes de humor, mala regulación y autocontrol emocional y de los impulsos.
  • Inmaduros para su edad.

3. Estilo indiferente o negligente:
  • Baja autoestima.
  • No acatan ninguna norma ni límite.
  • Tienen escasa empatía, no son sensibles a las emociones de los demás.
  • Son muy vulnerables a los conflictos sociales y personales.

4. Estilo democrático:
  • Mayor empatía y generosidad con los demás.
  • Están más satisfechos consigo mismos.
  • Tienen buena competencia y habilidades sociales. Buena autoestima, independencia y autonomía, control de impulsos y de conductas.
  • Son persistentes en las tareas y tienen buen rendimiento académico.
  • Buen desarrollo moral, sentido de la responsabilidad y aprendizaje de toma de decisiones.
  • Muy buen afecto y relación con los padres.

Y tú, ¿qué estilo educativo tienes? Te he mostrado las características de cada uno y las consecuencias de los mismos en los niños. Ahora te toca a ti averiguar a cuál perteneces, y si te planteas un cambio en la forma de educar a tus hijos, siempre es bueno que vayas a un psicólogo, quien te dará las pautas oportunas y los ejemplos concretos para que emprendas el cambio.

Otra última cuestión que hay que dejar bien clara. El estilo educativo de los padres NO es el único factor influyente en la conducta de los hijos. No se debe estigmatizar al padre/madre por ello, pero lo que sí está claro, es que es un factor importante y que además es un factor que podemos controlar por entero, por lo que a igualdad del resto de condicionantes, los beneficios para los niños serán mayores con un estilo educativo democrático.

También se debe tener en cuenta, que para algunas ocasiones puede ser conveniente utilizar otro estilo educativo o que al menos ese será más eficaz. Y que un progenitor puede tener un estilo y el otro progenitor otro diferente, por lo que habrá que tener cierto “arte” para combinarlos adecuadamente y sacar de ellos lo más beneficioso para el niño.

Fuente: David Cortejoso: Psicología para todos/Superdotados/Psicología infantil/Depresión.

lunes, 20 de mayo de 2013

Cuando el amor se acaba.



¿Por qué el amor se acaba?

Cada vez que se casa alguien famoso la gente dice: “Ya mismo se divorcian”. El príncipe Guillermo de Inglaterra y su prometida Kate no son la excepción. Ya he oído a varios decir: “A ver cuánto duran”. Lo cierto es que los famosos rompen por las mismas razones que el resto de las parejas. ¡Simplemente, el amor se acaba!

En Estados Unidos la mitad de los casamientos terminan en divorcios. Y al otro lado del mundo sucede igual: en China, la cantidad de matrimonios separados en el 2010 superó el total de recién casados el mismo año.

Ante esta epidemia mundial de divorcios hay que cuestionarse: ¿Por qué el amor se acaba? La realidad es que no se acaba de un día para otro, con una infidelidad o una agresión. ¡Son muchas las gotas que colman la copa! El amor es atacado por muchas heridas antes de colapsar. Y tú puedes evitarlo, comprendiendo qué aniquila el amor.

• Traumas del pasado: hay quienes arrastran heridas emocionales de su niñez o de relaciones pasadas y las llevan al matrimonio. Si tú o tu pareja tienen heridas del pasado que aún no han sanado, es vital buscar ayuda profesional. Es imposible tener una relación saludable y armoniosa, si no estás sano emocionalmente.

Expectativas equivocadas: no quieras experimentar la misma pasión y deseo que tuviste al principio. Es normal no sentir el mismo deseo sexual después de los primeros años. Esto no significa que “el amor se acabó”. Amar es una decisión que tomas cada mañana cuando te levantas.

• Sueños separados: los matrimonios deben tener propósitos en común. Si tu meta es ahorrar para emprender un negocio, mientras que tu pareja quiere comprar un bote, ten por seguro que habrá problemas grandes. Cuando ambos tienen sueños por separado, cada cual se enfoca en lo suyo y, poco a poco se van alejando. Es preciso que encuentren intereses similares y los compartan.

• Deterioro en la comunicación: la clave para minimizar las peleas es tener una excelente comunicación, y parte de la comunicación es dejarle saber a tu pareja las cosas que te incomodan. Muchas frustraciones en el matrimonio son debido a que las personas se callan lo que no les gusta y un día estallan. Cuando hay comunicación, los problemas no escalan fuera de control. Desde el principio expresa tus temores, expectativas y frustraciones (de una manera amable).

A aquellos que van a contraer nupcias pronto, una advertencia: ¡no puedes casarte pensando en que a la primera que te vaya mal te divorcias! El matrimonio es un vínculo sagrado. El día que juras amor eterno, los dos se comprometen a hacer todo lo posible porque ese amor perdure. Ambos tienen que dar el máximo para que el amor no se acabe.

Siempre existieron estos motivos, ahora tenemos el agravante que el stress de los tiempos modernos profundiza.


lunes, 13 de mayo de 2013

¿Por qué nuestr@s hij@s se portan mal solo con la mamá?


He encontrado una buena respuesta en este blog personal y me ha parecido una opción acertada para compartirlo con mi público. Espero que os guste.

El Blog de Catalina: ¿Por qué mi hij@ se porta mal solo conmigo?

Esta pregunta sale frecuentemente en las conversaciones con mis amigas: ¿por qué nuestr@s hij@s se portan mal solo con la mamá?.

Un día me tocó ayudar a una amiga que debía hacer un montón de trámites y me quedé cuidando a su pequeña que estaba enferma  mientras mis pequeños estaban en el Jardín y yo tenía un día libre.

Mi amiga me dijo un montón de cosas sobre la Fernanda, desde que era llorona a que no se querría comer la comida, que le costaba dormir, en fin, las típicas frases que todas las mamás decimos cuando tenemos que “encargar” a nuestros amados hijos con otras personas. Es casi una manera de preparar el terreno para que la persona en cuestión no quede curada de espanto.

En fin, no pasó nada de lo que mi amiga me dijo. Incluso hacerla dormir fue más simple de lo pensando, considerando que el Seba y la Martina tienen unos rituales para ese momento.

Durante mucho rato con mi amiga, estuvimos pensando y dándole vueltas al tema de por qué no se “portaban bien” con nosotras. Pasamos de pensar que somos las peores mamás, que estamos haciendo las cosas mal hasta que definitivamente es algo independiente de nosotras.

La verdad es que estuve leyendo harto sobre el tema de los límites en los niños y qué podemos hacer las mamás para criarlos con amor.

Los niños generalmente tienden a tener un comportamiento distinto con las mamás, porque ellos desean primero, estar con nosotras todo el tiempo posible, muchos no entienden la relación espacio y tiempo, y segundo, muchas veces no entienden por qué debemos ir a trabajar o hacer el aseo de la casa. En estos casos lo principal es conversar con ellos y buscar estrategias para que entiendan la importancia de que mamá trabaje o que ellos también sean parte de mantener la casa limpia y bonita.

Hay que comprender que los niños quieren estar con nosotras para buscar la forma de integrarlos a nuestras actividades diarias y se sientan respetados y considerados, evitando que tomen rechazo o recelo.

El “portarse mal” muchas veces lo entendemos como las pataletas, el llanto o no querer hacer lo que “nosotras queremos que ellos hagan” generando frustración. En ese aspecto hay que entender que esta reacción es porque el niño siente que hay algo que no le esta funcionando en su vida y en su propio sistema. Cuando a nosotras nos molesta algo en nuestros zapatos los revisamos y luego vemos si funcionó la solución. Eso mismo debemos hacer con nuestros hijos: si vemos algo que es extraño en él debemos investigar y ver qué está pasando para darle solución. 

El tema de los límites siempre es complicado, porque pisamos terreno pantanoso. Muchas veces no queremos ser estrictas, pero tampoco demasiado relajadas. Hay que buscar un equilibrio que adecuado para nuestros hij@s.

Como consejos sobre los límites:

- Muéstrate segura pero con afecto, conversa y explícale lo que está pasando.

- Mantén la coherencia entre papá y mamá. Es un clásico que siempre se repetirá, pero papá y mamá son uno respecto a las decisiones de los hij@s, no puede darse que mamá diga no y luego papá diga si.

- No le des más de una orden. Las órdenes múltiples confunden a los niños.

- Respeta el enojo de tu hijo, recuerda que tiene derecho a enojarse.

- Sé clara y concreta en tus frases.

- Sé constante. Los niños perciben cuando dejamos vacíos que pueden aprovechar, por eso mismo, mantén tu postura.

- Establece límites acordes a la edad de tu hij@, recuerda que los niños tienen que vivir procesos según su edad.

- Generalmente utilizamos frases negativas sobre lo que no puede hacer. Hagamos lo inverso, digámosle lo que tiene que si puede hacer. 

- Explícale las reglas del juego y las consecuencias de sus actos. Es importante que entiendan que sus actos tienen consecuencias, desde si rompe un juguete ya no podrá jugar con él hasta la importancia de alimentarse.

También es importante que debamos recordarnos que no somos Super Mamás y que dentro de esta labor debemos tener el apoyo de nuestras parejas para que nuestros hij@s se sientan seguros.

10 Consejos para poner límites a los hijos:

1. Objetividad.  ”Pórtate bien”, “sé bueno”, o “no hagas eso”. Un niño no entiende lo que es bueno o malo, o lo que es portarse bien. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. “no botes la comida al suelo” es mejor que un “Ten modales en la mesa” frase que no entenderá, “no sueltes mi mano en la calle” es mejor que un “Agárrame la mano” no entenderá cuando, ni dónde, “habla bajito” es siempre mejor que un “shh cállate”.

2. Opciones.  Las opciones son buenas para hacer que tu hijo obedezca algo que no quiere, debes saber como mostrarle una opción entretenida. Si les das una opción, el niño se siente con el control y la libertad, aunque tú la tengas. “Prefieres que te de yo la comida o te la pico bien y te la comes tú”, “prefieres ducharte o bañarte”.

3. Firmeza. La firmeza no tienen por qué estar relacionada con brusquedad, podrías asustarlos y si sabes cómo ser firme no será necesario levantar la voz ni se pesado. Un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. el niño debe entender que no tiene otra opción más que la que das, pero antes de decir “Deja de tirar las cosas” gritando, prefiere usar un “hijo, lleva los juguetes a tu pieza ya? este espacio no es para jugar” con tono firme y duro, sin gritos.

4. Acentúa lo positivo. Los niños reciben de mejor manera las órdenes positivas que las negativas. Prefiere un “Habla bajito” a un “no grites”.

5. Guarda distancias. cuando a una orden se le antepone un “Yo quiero” (aunque suene extraño) estamos generando una lucha de poder personal y egos con nuestros hijos. Esto puede traerte malas consecuencias, por ejemplo de cariños personales. Evita el “quiero que comas ahora”, cámbialo por un “son las 12 hora de almorzar”, en cualquier caso su rencilla no será contigo, será con el reloj.

6. Explica el porqué. Los niños necesitan respuestas y para que entiendan una orden necesitas explicarles el por qué. La respuesta “porque sí” no sirve con niños, no entenderán y a lo largo de su vida, cuando crezcan te van a pedir las mismas respuestas que cuando niños no tuvieron. niños. Manifiesta esta razón en pocas palabras.”No muerdas a las personas. Eso les hará daño” o “Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque se rompen”, son buenas opciones antes de un simple “porque no”.

7. Sugiere una alternativa. Las alternativa acompañan al límite y hace que parezca más positivo, como si lo estuvieras compensando,  ”ese es un lápiz labial, no es para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel para pintar”. Sentirán que sus deseos sí son aceptados.

8. Firmeza en el cumplimiento. Las reglas flexibles confunden a  los niños, si les dices que la hora de dormir es a las 8 y otro día se acuestan a las 9 de la noche el niño podría después pedirte esa flexibilidad.

9. La conducta estuvo mal, tu hijo no es malo. Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no va directamente hacia ellos. No muestres rechazo hacia los niños. Antes de decir “eres malo”, deberíamos decir “eso está mal”.

10. Controla las emociones. Debes evitar que tus emociones se salgan de control, si estás muy enojada, piensa, respira y luego castiga o corrige. Puedes causarte daño a ti misma y a tu hijo por un mal trato innecesario en un mal momento. Evita los gritos, pero se firme.

Con estos consejos seguramente te darás cuenta si estás equivocada y es momento de corregirlo o verás que tan bien encaminada estás. Nadie nace sabiendo ser mamá o papá, y tus hijos tampoco vienen con un manual bajo el brazo.

Fuente: http://www.revistacarrusel.cl/


lunes, 6 de mayo de 2013

No me separo por mis hijos.




¿Me separo o no me separo? 


"No me separo por mis hijos" es utilizar a los hijos para mantener una relación que ya se ha terminado, para no afrontar lo que hay que afrontar, muy infantil, común y cómodo.

A los hijos les hace mucho más daño la hostilidad muda, o la sumisión de una mujer o de un hombre infelices, que el divorcio... mucho más si viene de su propios padres.

Después cuando ellos están en el papel de pareja, no saben ni como actuar, ni como resolver sus conflictos, pues "nunca hubo conflictos" en su casa, ni ejemplos de como resolverlos. 

Cuando el amor acaba, o cuando la relación se deteriora, hay que divorciarse y punto... Sin inmiscuir a los hijos en un problema de DOS. Lo único que hay que afinar bien, es como será la dinámica de convivencia de cada uno con los hijos, para no dañarlos, que se sientan felices y orgullosos de sus padres, aunque estén separados.

Un divorcio bien llevado les da más felicidad y tranquilidad a los hijos que una relación de mentiras y fingimiento de lo que ya no hay.

Lo más triste que puede haber es la desaprobación de los hijos, es preferible enseñarles a respetar y a ganarse el respeto, empezando por casa.


No me separo por mis hijos, entonces, ¿es una buena decisión?

¿Es una buena decisión seguir unido a alguien a quien ya no se ama por el supuesto bien de los niños? 

Algunas sugerencias a considerar antes de tomar una decisión apresurada... 

 Por más pequeños que sean los niños, éstos son capaces de detectar cuando algo no funciona bien entre sus padres. 

“Uno como adulto, muchas veces piensa que los pequeños no se enteran de las peleas, los malos tratos o la falta de diálogo, pero siempre de un modo u otro advierten cuál es la realidad que vive la familia”.

 Introducir un cambio en la familia no es tarea sencilla. 

“La verdad es que una pareja tiene que tener mucha valentía para asumir que la relación de pareja se ha terminado. Convivir sin que exista el más mínimo interés sería una tortura. Aunque en primera instancia no se vea la situación con objetividad, ninguno de los dos adultos merece mantenerse dentro de un vínculo que no aporta nada, pero que los mantiene presos y mucho menos por los hijos. 

Los padres deben entender que los niños tarde o temprano se darán cuenta de la relación inexistente entre ambos y acto seguido, vendrá la recriminación. 

Hay que enfrentar la realidad ya que será mucho más fácil y sano a largo plazo. 

Las parejas que tienen hijos pequeños siempre plantean alguna opción alternativa al divorcio ya que es como dar un manotazo de ahogado y siempre se intenta salvar la relación. Hay veces que se puede hacer algo para recomponer la relación de pareja, y otras veces, es imposible”.

Uno de los aspectos que los padres deben considerar es que hay que ser responsables. “Cuando la relación está muy deteriorada y ya nada se puede hacer, hay que animarse a tomar la iniciativa y terminar con un vínculo tóxico. En este caso no habría que pensar en no separarse por los hijos, sino en separarse justamente por ellos. 

Es difícil cambiar el chip, pero es necesario”. Una vez que se haya tomado la decisión, hay que sentarse junto a los niños y explicarles. 

“Lo más indicado si los niños son muy pequeños, pero capaces de comprender, es el pedir asesoramiento a un profesional que pueda indicar la mejor manera de poder explicarle a los hijos lo que está pasando y cómo será la vida de ahora en adelante. No hay que olvidar que los niños se sienten seguros gracias a las rutinas que practican y lo ideal sería alterarlas lo menos posible”.

Los niños se adaptan mucho mejor que los grandes a los cambios. “Si éstos son llevados a cabo con amor, responsabilidad y naturalidad, no existirán problemas para que los hijos se acomoden a las modificaciones. 

Hay que entender que la separación es una buena alternativa cuando el ámbito familiar está lleno de discusiones, gritos y malos tratos”.

A veces la realidad golpea fuerte. A veces el alejamiento es mejor a esa indiferencia o peleas que en algunos casos llevan a violencia domestica.

Mundo convulsionado que vivimos que lleva a tomar decisiones a veces impensadas, parejas que por rutina conviven y traen hijos al mundo sin pensar en el daño que sufrirán los mismo, al ver rotos vínculos tan necesarios en los primeros años de vida.