¿Me separo o no me separo?
"No me separo por mis hijos" es utilizar a los hijos para mantener una relación que ya se ha terminado, para no afrontar lo que hay que afrontar, muy infantil, común y cómodo.
A los hijos les hace mucho más daño la hostilidad muda, o la sumisión de una mujer o de un hombre infelices, que el divorcio... mucho más si viene de su propios padres.
Después cuando ellos están en el papel de pareja, no saben ni como actuar, ni como resolver sus conflictos, pues "nunca hubo conflictos" en su casa, ni ejemplos de como resolverlos.
Cuando el amor acaba, o cuando la relación se deteriora, hay que divorciarse y punto... Sin inmiscuir a los hijos en un problema de DOS. Lo único que hay que afinar bien, es como será la dinámica de convivencia de cada uno con los hijos, para no dañarlos, que se sientan felices y orgullosos de sus padres, aunque estén separados.
Un divorcio bien llevado les da más felicidad y tranquilidad a los hijos que una relación de mentiras y fingimiento de lo que ya no hay.
Lo más triste que puede haber es la desaprobación de los hijos, es preferible enseñarles a respetar y a ganarse el respeto, empezando por casa.
No me separo por mis hijos, entonces, ¿es una buena decisión?
¿Es una buena decisión seguir unido a alguien a quien ya no se ama por el supuesto bien de los niños?
Algunas sugerencias a considerar antes de tomar una decisión apresurada...
Por más pequeños que sean los niños, éstos son capaces de detectar cuando algo no funciona bien entre sus padres.
“Uno como adulto, muchas veces piensa que los pequeños no se enteran de las peleas, los malos tratos o la falta de diálogo, pero siempre de un modo u otro advierten cuál es la realidad que vive la familia”.
Introducir un cambio en la familia no es tarea sencilla.
“La verdad es que una pareja tiene que tener mucha valentía para asumir que la relación de pareja se ha terminado. Convivir sin que exista el más mínimo interés sería una tortura. Aunque en primera instancia no se vea la situación con objetividad, ninguno de los dos adultos merece mantenerse dentro de un vínculo que no aporta nada, pero que los mantiene presos y mucho menos por los hijos.
Los padres deben entender que los niños tarde o temprano se darán cuenta de la relación inexistente entre ambos y acto seguido, vendrá la recriminación.
Hay que enfrentar la realidad ya que será mucho más fácil y sano a largo plazo.
Las parejas que tienen hijos pequeños siempre plantean alguna opción alternativa al divorcio ya que es como dar un manotazo de ahogado y siempre se intenta salvar la relación. Hay veces que se puede hacer algo para recomponer la relación de pareja, y otras veces, es imposible”.
Uno de los aspectos que los padres deben considerar es que hay que ser responsables. “Cuando la relación está muy deteriorada y ya nada se puede hacer, hay que animarse a tomar la iniciativa y terminar con un vínculo tóxico. En este caso no habría que pensar en no separarse por los hijos, sino en separarse justamente por ellos.
Es difícil cambiar el chip, pero es necesario”. Una vez que se haya tomado la decisión, hay que sentarse junto a los niños y explicarles.
“Lo más indicado si los niños son muy pequeños, pero capaces de comprender, es el pedir asesoramiento a un profesional que pueda indicar la mejor manera de poder explicarle a los hijos lo que está pasando y cómo será la vida de ahora en adelante. No hay que olvidar que los niños se sienten seguros gracias a las rutinas que practican y lo ideal sería alterarlas lo menos posible”.
Los niños se adaptan mucho mejor que los grandes a los cambios. “Si éstos son llevados a cabo con amor, responsabilidad y naturalidad, no existirán problemas para que los hijos se acomoden a las modificaciones.
Hay que entender que la separación es una buena alternativa cuando el ámbito familiar está lleno de discusiones, gritos y malos tratos”.
A veces la realidad golpea fuerte. A veces el alejamiento es mejor a esa indiferencia o peleas que en algunos casos llevan a violencia domestica.
Mundo convulsionado que vivimos que lleva a tomar decisiones a veces impensadas, parejas que por rutina conviven y traen hijos al mundo sin pensar en el daño que sufrirán los mismo, al ver rotos vínculos tan necesarios en los primeros años de vida.
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