Cambios en los niños entre 9 y 11 años
Los niños de 9, 10 y 11 años siguen creciendo en
altura y peso a un ritmo normal, aunque en estos años es cuando suele
aparecer el fenómeno de los “estirones”. Por norma general, los chicos
suelen ser más altos y pesados que las chicas. Y en esta etapa se
produce un hecho muy importante: el desarrollo empieza a ser diferente en niños que en niñas.
A partir de los 10 u 11 años en las chicas se inicia el desarrollo del
pecho, las caderas se ensanchan, la musculatura se afina… Sin embargo,
el desarrollo de estos caracteres sexuales en chicos es algo posterior.
Este desarrollo físico distinto en chicos y en chicas tiene su
reflejo a nivel psicológico. Las niñas de 9, 10 y 11 años empiezan a
relacionarse más entre ellas y hacen piña como grupo. Les gusta más
pasar las horas hablando o jugar a juegos tranquilos donde haya mucha
interacción oral. Los chicos de esta edad también hacen pandilla y
suelen escoger juegos muy activos con mucho contacto físico.
A nivel emocional, tanto los niños como las niñas de 9, 10 y 11 años inician una separación cada vez mayor de sus padres.
Las normas familiares son las que rigen su comportamiento pero empiezan
a ser conscientes de que en la familia de sus amiguitos, los padres
hacen y exigen cosas diferentes. Es posible que empiecen a cuestionar a
los padres sobre la manera en la que ellos hacen las cosas. También
empiezan a tener más conciencia del contexto social y les empiezan a
preocupar temas como la muerte de alguno de sus progenitores, el
divorcio, las guerras, la política, etc. El grupo de amigos cobra mayor
importancia y es el momento en que ellos mismos piden quedarse a dormir o
pasar la tarde en casa de algún compañero. Es un momento propicio para
que aparezcan las mentiras, el engaño, el cuestionamiento de las normas o
las malas contestaciones como parte de esa independencia, que se está
fraguando y que alcanzará la cima en la adolescencia
.
Como padres es importante respetar sus necesidades de individualidad.
Pero no debemos olvidar que las reglas las seguimos poniendo nosotros.
Podemos razonarlas, explicarlas e incluso negociarlas hasta cierto
punto, pero los padres seguimos teniendo el mando. A la hora de dialogar
con nuestros hijos, hay que centrarse en unas reglas básicas (pocas
pero firmes) e insistir en lo fundamental. ¡No beneficia a nadie que
perdamos energía discutiendo por cuestiones de poca trascendencia!
Fuente: Por Equipo editorial Elbebe.com