Denisse Sayna Rodríguez Maldonado realizó, entre 2006 y 2008, un seguimiento para la Revista de Educación y Desarollo , de la evaluación, el diagnóstico y la intervención neuropsicológicos de un sujeto con Trastorno del aprendizaje no verbal (TANV), basado en modelos de desarrollo cognitivo de neuropsicología ecológica y escolar. El estudio, que se centra en explicar los procesos cognitivos de los niños que manifiestan este síndrome, no pretende ampliar los conocimientos sobre el tema, sino aplicarlos en la intervención neuropsicológica de un caso real.
Durante los últimos años hemos asistido a un notable avance de la neuropsicología, especialmente de la escolar, que aborda los problemas de aprendizaje causantes del fracaso en la adquisición de habilidades académicas. Estos problemas han sido diferenciados en dos grupos: los de aprendizaje no verbal y los de aprendizaje verbal. En los últimos veinte años se han logrado avances muy notables en el primer grupo, aunque aún quede mucho por investigar, especialmente en la práctica de la neuropsicología clínica.
Se ha asociado el TANV con la sustancia blanca del cerebro, las fibras que conectan los dos hemisferios y con anomalías leves en el hemisferio derecho. El trastorno se caracteriza por déficit primarios significativos en algunas dimensiones de la percepción táctil y/o visual, habilidades motoras complejas y dificultad en afrontar situaciones novedosas. Además esto implica déficit secundarios y terciarios que producen dificultades con el lenguaje. En los niños, suele centrarse en dificultades con las habilidades visuoespaciales, aritméticas y de percepción social. A pesar de eso, suelen desarrollar bien las verbales, aunque con alta verborrea y con alteraciones en la funcionalidad y en la pragmática del lenguaje. Las mayores dificultades académicas se encuentran en la comprensión lectora y la aritmética mecánica. Socialmente, parecen tener un déficit en la percepción, juicio e interacción
La neuropsicología ha optado por el uso de una aproximación ecológica para examinar las variables de la persona y las ambientales. En este sentido, la evaluación es importante para la intervención, no tanto para el diagnóstico. En la neuropsicología ecológica, el papel del neuropsicólogo consiste en analizar y proponer maneras de intervenir con los niños para solucionar el problema. Para ello es imprescindible trabajar con las reacciones emocionales que se presentan en el paciente y su entorno.
El experimento se hizo con M.C., una niña de 9 años de México D.F., que presentaba problemas escolares, con dificultades para adquirir habilidades académicas y un probable diagnóstico de dislexia y discalculia. Después de la intervención neuropsicológica integral, mejoró sus habilidades verbales y de comprensión, además de las cognitivas y de notarse una disminución en las dificultades con sus tareas diarias. En el análisis clínico se puede apreciar una mejoría evidente de las funciones visuoespaciales y de atención visual.
Así, pues, puede concluirse que la intervención en neuropsicología se dirige en el sentido ecológico, partiendo del aprendizaje más básico hasta el aprendizaje más complejo, como puede ser el social. El método del caso único no es explotable, aunque es útil para la neuropsicología, pues permite describir los procesos de rehabilitación o intervención, y asimismo, adaptar el programa de intervención según la adquisición de habilidades y aprendizaje —comprobados con mediciones objetivas y específicas.
Referencia bibliográfica
Rodríguez Maldonado, Denisse Danya. Trastorno del aprendizaje no verbal: Una intervención neuropsicológica. Revista de Educación y Desarrollo. 2009 [acceso 21 de mayo de 2010]
Disponible en: http://www.cucs.udg.mx/revistas/edu_desarrollo/anteriores/10/010_Rodriguez.pdf
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